Un nuevo caso para ilustrar la utilidad del “entrenamiento personal” verdadero

Hoy quería compartir un nuevo caso que muestra que la labor del entrenador es en ocasiones  bastante complicada, exigiendo grandes dosis de empirismo y saber buscar donde aparentemente no hay nada. Para mí, a pesar de haberse desvirtuado por completo en los últimos años, el concepto de entrenador personal es muy claro: se trata de un profesional que está siempre pendiente del deportista y es capaz de adaptarse a cualquier contexto particular del cliente. Este concepto no abarca comunicaciones por correo electrónico semanales, o mensajes dejados en una plataforma. Abarca, sin embargo, el contacto constante y el interés por mejorar teniendo en cuenta las circunstancias del deportista. Entrenando a 60 personas a la vez y echando una ojeada semanal al Trainingpeaks la parte “personal” desaparece y el concepto de “entrenador” deja de tener cualquier sentido, al menos para mí.

El caso que describo hoy es el de un ciclista que, tras su ascenso de la categoría sub 23 a continental profesional este año, decidió contratarme. Algunos de los clientes  que contactan conmigo no me suponen grandes complicaciones porque el aficionado promedio que no está asesorado hace las cosas bastante mal en lo que a entrenamiento y nutrición deportiva nos referimos, por lo que normalmente me resulta bastante sencillo aportar una mejora en su rendimiento. No obstante, en el caso de los profesionales, las cosas se suelen complicar. En primer lugar, los entrenadores que se dedican a estas categorías hacen generalmente un buen trabajo por lo que mejorarlo es evidentemente más exigente. La dificultad añadida en el caso que nos ocupa es que un corredor neoprofesional tiene presión extra por rendir, ya que un mal año puede acabar con su sueño hecho trizas. Por tanto, este caso me parece particularmente interesante porque muestra que “hilar fino” casi siempre tiene su recompensa.

En el caso de este corredor, obviamente lo primero que hice fue analizar todas sus temporadas desde que empezó a correr en aficionados, para poder hacerme una idea de qué se podía mejorar. Tal como me esperaba, su entrenamiento seguía una secuenciación lógica y la progresión del volumen a lo largo de las temporadas había sido correcta. La programación de los picos de forma tampoco mostraba nada a destacar por lo que poco tardé en darme cuenta de que en ese aspecto no había mucho que cambiar.  Evidentemente tuve que ponerme manos a la obra para adaptar sus entrenamientos a las características del campo profesional y dar algunos toques propios a su planificación, pero tampoco se trata de ningún trabajo demasiado destacado. Una vez hecho lo más básico, me tocó profundizar más en el tema. Aproveché que el corredor iba a venir a verme para hacer los tests de pretemporada para poder entrevistarle con tranquilidad y rodar algunos días juntos. Y es que, si han leído alguno de mis artículos anteriores, sabrán muy bien que la palabra del deportista me parece mucho más importante que los números, el teléfono mejor que los correos electrónicos y el cara a cara más adecuado que las plataformas de entrenamiento online.

De primeras, la batería de tests fisiológicos que hicimos a inicios de temporada fue más completa que las que había hecho previamente, hecho que me permitió constatar que el deportista no iba a poder destacar en el campo profesional en las mismas facetas en las que lo había hecho en amateurs. Una alta capacidad anaeróbica y un peso relativamente bajo indicaban unas buenas cualidades de “puncheur” que no iban acompañadas por una capacidad aeróbica propia de un corredor de primera línea en profesionales. Este simple hecho me hizo inclinarme hacia un cambio radical en el tipo de entrenamiento y la planificación anual. En el rendimiento, puedes inclinar la balanza hacia minimizar tus debilidades o potenciar tus puntos fuertes, y esto segundo fue lo que decidí en este caso.

El segundo aspecto que pude percibir con un análisis más detallado fue el hecho de que el corredor no seguía pautas específicas en sus concentraciones en altitud. De hecho, entrenaba “como en casa”. Adapté las estancias en altitud a la evidencia científica más reciente, guiando la intensidad de los intervalos en función del gradiente de altitud, adaptando el volumen y durmiendo a más altitud mientras el grueso de la intensidad se realizaba en cotas bajas.

Un tercer punto a destacar fue la relación del corredor con la comida. En demasiadas ocasiones me encuentro con ciclistas profesionales que creen que es necesario comer poco para mantener una composición corporal óptima. En este caso, a modo de resumen, el corredor llegaba a determinadas competiciones en balances energéticos negativos, hecho que pude constatar analizando la ingesta y el gasto en Kj durante los entrenos y las competiciones. Para optimizar esto fue necesario un trabajo de “reeducación” para que el corredor aprendiera a comer bien, que no es sinónimo de comer poco, sino de comer lo que hace falta cuando hace falta.

Finalmente, por primera vez en su vida, incorporamos tracking del entrenamiento silencioso. Durante los primeros tres meses aprendimos qué factores alteraban su sueño y descanso, optimizamos su gestión del estrés y ajustamos la suplementación y los medios de recuperación.

A continuación presento dos gráficas representativas de algunas de las mejoras conseguidas. En esta primera, podemos observar la evolución de la P20, P5 y P1 al respecto de las temporadas anteriores. Hemos conseguido una mejora del 4, 6 y 4% respectivamente al respecto del promedio de las últimas tres temporadas, con especial énfasis en la P1.

En esta segunda gráfica podemos ver otro de los factores trabajados. El corredor tenía como mejor característica una buena capacidad de finisher en cuestas explosivas, terreno que trabajamos de manera específica para poder aguantar bien un final de este tipo tras varias horas de esfuerzos. Así, se puede observar que su potencia máxima 1 minuto aumentó notablemente esta temporada además de que la caída de ésta tras una gran carga de trabajo era mucho menor que otros años, siendo capaz de producir arrancadas fuertes incluso en la quinta hora de trabajo.

Estos resultados los hemos visto refrendados con varios top10 en el circuito profesional continental, números bastante respetables para un neoprofesional. Espero que este artículo haya servido para poder demostrar la utilidad de cuidar los detalles y no quedarnos en las tres pantallas principales del TrainingPeaks como mejor exponente del rendimiento.

Sebastian Sitko

Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Graduado en Ciencias del Deporte, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte. 

No hay comentarios

Añade tu comentario