¿Podemos comparar rendimientos efectuados a distintas altitudes?

“Vingegaard ascendió la sección final del Tourmalet en X tiempo a Y vatios, lo que equivaldría a Z vatios producidos a nivel del mar”. Frases como ésta y otras similares han podido verse en los últimos días a lo largo y ancho de las redes sociales relacionadas con el mundillo del ciclismo. A pesar de que la idea de poder comparar rendimientos efectuados a altitudes completamente distintas pueda parecer a priori atractiva, la teoría en la que se basa esta metodología de cálculo conlleva limitaciones importantes que deben ser consideradas y que discuto en el artículo que sigue a continuación.

Suena muy bonito pero no es tan sencillo

 

Tenemos ciencia sólida que muestra una reducción del rendimiento asociado a la altitud, de una manera más o menos lineal a partir de los 800m. La mayoría de las cuentas especializadas de ciclismo que hacen estimaciones de rendimientos normalizados a la altitud se basan en la información reportada en los papers de Wehrlin, Fulco y Hamlin. En dichos papers (que estudian muestras de atletas y en situación de simulación de altitud en cámara hipobárica) se cuantifica la reducción del rendimiento usando principalmente el consumo máximo de oxígeno. Todo esto suena muy bien sobre el papel hasta que pasamos a ver, uno por uno, los asteriscos asociados a esta metodología:

-El VO2max y la potencia no se reducen en una correlación de 1: Existe ciencia que muestra reducciones de VO2max de 4-8% por cada 1000m de altitud ganados y una reducción asociada de la potencia bastante menor, de 2-4% por 1000m vencidos. El VO2max es un parámetro de rendimiento máximo y de naturaleza cardiorrespiratoria. Por otro lado, con la potencia estamos evaluando el trabajo mecánico. Ambos parámetros, aunque estrechamente relacionados, no se rigen por una relación perfecta. ¿Qué podemos sacar de todo esto? Evidentemente, aunque un paper muestre que puedo perder un 5% de consumo de oxígeno a una determinada altitud, mis vatios no tienen por qué verse reflejados de la misma manera.

-En altitud se reduce la resistencia del aire: A pesar de que podemos asumir una reducción del rendimiento en altitud, debemos tener en cuenta siempre un efecto beneficioso de la misma en la aerodinámica, factor que, sobre todo en velocidades como las que presentan los corredores profesionales, puede compensar algo la pérdida fisiológica observada. Asumir que a X metros voy a ir a Y vatios menos puede conllevar un error de cálculo grande, sobre todo en corredores que son capaces de circular a mucha velocidad.

-La aclimatación tiene gran variabilidad inter e intraindividual: Sabemos que las estancias en altitud reducen los perjuicios asociados a la misma. Además, un mismo corredor puede aclimatar distinto en función de diversos factores, por no hablar de las diferencias en la capacidad de aclimatación entre corredores. Comparar, por tanto, rendimientos efectuados en momentos distintos para ver cuál es mejor es una mera quimera orientada más hacia el hype en redes sociales que hacia un análisis científico serio.

-No podemos extrapolar resultados obtenidos en atletas a ciclistas: La ciencia que hay al respecto del rendimiento en altitud se basa principalmente en estudios hechos con atletas (de pista). Si bien en ambos casos hablamos de deportes de resistencia con similitudes claras, la carrera a pie tiene un patrón de reclutamiento motor distinto, mayor utilización de grupos musculares y un retorno venoso diferente al del ciclismo. A pesar de que no andan lejos, los efectos de la altitud en ambas disciplinas son ligeramente distintos.

-Una cámara hipobárica no es una montaña: En ciencia, para obtener resultados homologables se necesita utilizar medios lo más estandarizados en medida de lo posible. Por ello, los papers de los que disponemos están hechos generalmente con altitudes simuladas en cámara hipobárica. Curiosamente, los resultados obtenidos en las concentraciones en altitud suelen ser mejores que los que se observan tras el uso de cámaras de este tipo, por lo que ciertamente es posible que haya beneficios asociados que no se deban a una mera exposición a una determinada presión del aire. En una montaña, al respecto del valle, al margen de la hipoxia, tenemos condiciones cambiantes de humedad, tasas de sudoración, temperatura e insolación por lo que asumir que X rendimiento arriba es equiparable a Y rendimiento abajo es aventurado por decirlo suavemente.

¿Quiero decir con todo lo anterior que las estimaciones que vemos en redes sociales son absurdas? No, para nada. Tenemos información suficiente para poder estimar (siendo un poco laxos, eso sí) la exigencia de un esfuerzo en función de la altitud. Lo que no podemos hacer, bajo ningún concepto, es asumir (tal como se está haciendo actualmente) que X esfuerzo ha sido mejor que otro del mismo corredor el año anterior o, lo que es peor, comparar esfuerzos en altitudes divergentes en corredores distintos. He llegado a ver, en redes sociales, curvas de potencia estimadas y normalizadas a la altitud. Con tantas variables que no podemos controlar entrar en eso, a día de hoy, pertenece más al terreno de la ciencia ficción que al rigor de una divulgación científica seria.

Sebastian Sitko

Profesor Facultad de las Ciencias del Deporte de la Universidad de Zaragoza, Doctor en Ciencias del Deporte, Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte.