La estafa de los tests de ADN para ciclistas

Por tan sólo 300 euros podrá conocer su predisposición genética a la termorregulación, adaptación de distintas fibras musculares, susceptibilidad a que la altitud afecte su VO2max e incluso su predisposición a sufrir calambres. ¿Verdad que sería un chollo disponer de toda esa información por tan poco dinero? Desde luego, sobre todo si no se tratase de una estafa en toda regla. En el mundo del rendimiento deportivo estamos acostumbrados a ver como algo con aparente poco valor resulta siendo extremadamente caro. Empezando por los isotónicos para deportistas, que se venden a 20 euros el kg cuando sus ingredientes tienen un valor que no supera los 2/2,50 el kg. Hace ya tiempo llegaron a mis oídos los famosos kits de home DNA testing que se popularizaron en los Estados Unidos. Con precios de entre 100 y 500 dólares te permitían conocer tu ascendencia, predisposición a diversas patologías, fertilidad e incluso qué alimentos te afectaban. Una maravilla sin ninguna duda.

Una primera ojeada bastaba para ver que había algo viscoso detrás de esta industria: de las casi 30 empresas que se dedicaban a los tests genéticos online a principios de los 2000, la mitad había desaparecido tan solo 5 años más tarde. Sin duda alguna una prueba de su fiabilidad y éxito. La FDA americana, el principal organismo regulador de todo lo relacionado con nuevas terapias e intervenciones, no tardó en desmarcarse de este nuevo timo: exceptuando unos pocos tests genéticos relacionados con la predisposición al cáncer de mama y Alzheimer, ya practicados por los organismos de salud oficiales, no había evidencia científica alguna para determinar lo que aparentemente conseguían estos tests de 100 dólares. Ninguno de ellos ha sido validado científicamente y la manera de ponerlos en evidencia es francamente sencilla:

Basta solicitar varios tests de empresas distintas y mandar la misma muestra. No se sorprenda si obtiene resultados distintos de cada uno de los tests. De esta manera tan simple han sido ya varios los medios de comunicación americanos que ridiculizaron este tipo de tests caseros: una misma persona tenía hasta una veintena de ascendencias distintas en función de la empresa que había analizado su muestra o, lo que es peor, tenía riesgo de padecer hasta 80 patologías distintas.

Todo esto quedaría en una mera anécdota para mí: al igual que hay mercado para la homeopatía, las flores de bach o hay gente que paga 20 euros por 10ml de agua de mar, también tiene que haber mercado para este tipo de estafas. No obstante, hace relativamente poco me enteré de la existencia de un kit de testeo de ADN para ciclistas. Evidentemente, mi inquietud aumentó cuando un par de clientes me comentaron que compañeros suyos de grupeta habían realizado el test, con resultados un poco sorprendentes para lo que estaban acostumbrados: uno había sido diagnosticado con predisposición a la sensibilidad al gluten, pese a que esta proteína no le producía ningún tipo de síntoma, y el otro supuestamente era propenso a los calambres, cuando no los había sufrido en su vida. La carcajada con la que respondí a sus respectivas historias les dijo todo. Para dejar claro ante el gran público lo que hay detrás de este tipo de tests basta con decir que se basan en un vacío legal y una falta de regulación preocupante: Dejando al margen que el proceso de recogida de muestras deja bastante que desear (se pueden contaminar muy fácilmente), los “laboratorios” encargados del análisis no cuentan con ningún tipo de vigilancia e inspección de su buen hacer: sólo nos queda tener que fiarnos. Si un laboratorio se encarga de hacer tests de ADN sin validez científica, como para fiarnos de que su metodología es la correcta.

¿Imaginan que envían una muestra de sangre a un laboratorio de la sanidad pública que no sigue un protocolo para velar por su buen hacer y que puede resultar en falsos positivos o negativos en su muestra? ¿Imaginan que un laboratorio antidopaje no tenga ningún tipo de control, resultando en alteraciones de los resultados? En parte puedo entender el dilema de la administración: ¿Para qué imponer una vigilancia sobre algo que no tiene ninguna validez? No obstante, creo que se puede hacer más por velar por el consumidor. Al final es el consumidor el que, con muy buena intención pero con falta de información decide pagar 300 euros por obtener datos que le van a permitir optimizar su rendimiento. Si ese mismo consumidor supiera los costes reales del estudio serio del ADN, entendería la magnitud de la estafa. Un test serio de ADN, con la tecnología de la que disponemos a día de hoy, es muy caro: los reactivos, las herramientas y el trabajo del experto tienen un coste. El precio suele depender de los genes a estudiar pero, para que se hagan una idea, un estudio sencillo de un gen cuesta no menos de 200 euros. Un genoma completo, más de 2000 en muchas ocasiones. Y estamos hablando de estudios validados científicamente para un número bastante reducido de condiciones. No, no se puede establecer su predisposición a sufrir calambres o a lavar el lactato a día de hoy. ¿Se podrá en el futuro? Muy probablemente, pero desde luego que al principio no costará 300 euros saberlo. Mientras tanto, emplee su presupuesto en mejorar su bicicleta, en unas sesiones de fisio o en un nutricionista deportivo o entrenador. Créame, le cundirá más.

 

Comentarios: 2

  1. Carlos dice:

    Buen artículo. De lo que se entera uno….y hay alguna que otra web que lo publicita.

  2. Juan Clapés dice:

    Un artículo muy interesante.

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