Desde que comenzó la pandemia del Covid-19 hace cerca de dos años, mucho se ha escrito y debatido sobre este nuevo virus que galopa con total libertad a lo largo y ancho del globo. Aunque nuestro conocimiento de la enfermedad ha ido paulatinamente en aumento, seguimos desconociendo mucho más de lo que ya sabemos. En particular, un aspecto que me ha llamado la atención enormemente desde la aparición de la pandemia es sin duda alguna la falta de un patrón claro de enfermedad y la gran diversidad que se observa en el grado de afectación que presentan sujetos aparentemente similares. Así, personas deportistas, jóvenes y completamente sanas pueden pasar la enfermedad totalmente asintomáticas o acabar entubadas en un hospital.
Desde los primeros días de la pandemia los entrenadores teníamos serios temores acerca de las secuelas que pudiera dejar, en el largo plazo, una enfermedad hasta ahora desconocida. Estos temores se acrecentaron cuando fuimos leyendo los primeros reportes de casos que hablaban de consecuencias serias a nivel de fibrosis pulmonar, miocarditis y pericarditis. En estos primeros estudios las muestras eran pequeñas y el periodo de seguimiento lógicamente no era muy prolongado. No obstante, las primeras informaciones que nos llegaron con incidencias de miocarditis de hasta el 25% de la población infectada eran tremendamente preocupantes, teniendo en cuenta que las miocarditis son responsables de una importante proporción de muertes súbitas vistas en el deporte. Por suerte, a medida que aumentaba la evidencia, la seriedad de las secuelas de la enfermedad parecía aminorar: los últimos estudios, muy bien diseñados y con amplias muestras de deportistas, hablan de una incidencia de miocarditis que no supera el 3% y de probabilidades de afectación pulmonar prácticamente despreciables en aquellos sujetos que pasan la enfermedad asintomáticos o con síntomas leves.
A pesar de que estamos hablando de una enfermedad que progresivamente va pareciendo más leve para la mayoría de sujetos, la morbilidad asociada al Covid dista mucho de la que observamos con el virus de la gripe o los coronavirus que causan el catarro común. Esta potencial gravedad unida al todavía gran desconocimiento del virus hacen que la mayoría de las recomendaciones oficiales que tratan la vuelta al entrenamiento tras pasar la infección sean extremadamente conservadoras y poco específicas. El objetivo del presente artículo es hacer un resumen de lo que ya sabemos sobre la gravedad del Covid y de las distintas recomendaciones propuestas por los organismos más prestigiosos para un retorno seguro a los entrenamientos, en este caso para la población que practica el ciclismo de una manera semi-competitiva.
-Complicaciones pulmonares:
Los pulmones son los órganos más afectados por el coronavirus, con una nada desdeñable incidencia de daño pulmonar primario o secundario debido a la neumonía. La disnea (sensación subjetiva de falta de aire) es muy común en los infectados, incluso en aquellos que pasan la enfermedad de forma leve. Según la Organización Mundial de la Salud el tiempo medio para la resolución clínica es de dos semanas para los casos leves y tres a seis semanas para los graves. En este tiempo, incluso en ausencia de daño orgánico, la aparición de disnea es relativamente común sin que ello implique complicaciones a nivel cardiovascular o pulmonar.
La neumonía por Covid es poco frecuente en la población deportista y vacunada (generalmente en buena forma física, relativamente joven y sin gran historial médico), pero en caso de aparecer va a retrasar significativamente la vuelta a los entrenamientos: una vez consolidada la resolución de la neumonía se recomienda un periodo de descanso de 12 semanas con una nueva evaluación a posteriori para dar visto bueno al retorno a la actividad física. En ausencia de sintomatología respiratoria durante la enfermedad, las recomendaciones para la vuelta al deporte difieren notablemente según el organismo que las ha redactado: desde esperar 10 días a partir del positivo para unos hasta pasar un chequeo médico completo antes de comenzar con la vuelta a los entrenos para otros. En cualquier caso, me gustaría subrayar que, en ausencia de neumonía, los riesgos asociados a una vuelta prematura a la actividad son mucho más asumibles que en el caso de las complicaciones cardiovasculares.
-Complicaciones cardiovasculares:
Cualquier entidad vírica tiene la capacidad de causar una miocarditis (inflamación del músculo cardiaco) o pericarditis (inflamación del saco que rodea el corazón). Por ello, no es de extrañar que el nuevo coronavirus se comporte de manera similar. Aunque la incidencia de estas afecciones en los enfermos de covid por suerte no es la que se pensaba en un principio, el 2-3% que se maneja actualmente en población deportista sigue siendo una cifra nada despreciable, sobre todo teniendo en cuenta que el retorno prematuro a los entrenamientos causa daños graves y en muchas ocasiones permanentes en el cuerpo del deportista. De nuevo, las recomendaciones sobre la vuelta a la actividad varían según las distintas asociaciones de cardiología del mundo: desde un test de troponina y electrocardiograma recomendado en todos los deportistas independientemente de sus síntomas (según la sociedad cardiovascular canadiense) hasta los 10 días de reposo y ausencia de necesidad de testeo previo recomendados en enfermos leves según la asociación americana del corazón.
Algunas entidades, como la asociación europea de cardiología preventiva recomiendan una resonancia magnética del corazón a todo deportista con síntomas sugestivos de miocarditis. Si bien es cierto que el testeo de la troponina combinado con un eco y electrocardiograma omiten algunos casos de miocarditis, usar un método caro y poco práctico como la resonancia cardiaca no es realista en muchos casos, primero por accesibilidad y segundo por limitaciones temporales y económicas. Finalmente, mucho se ha hablado acerca del peligro de las vacunas de ARN mensajero por su capacidad para producir miocarditis y pericarditis. Si bien está ya sobradamente demostrado que vacunarse va asociado a un ligero incremento del riesgo de padecer estas dos afecciones, lo cierto es que las probabilidades de sufrirlas por padecer el covid son notablemente superiores, así que éste no debería ser un argumento de peso a la hora de decidir no vacunarnos.
-¿Qué podemos sacar de todo esto?
Me gustaría sintetizar la información de la que disponemos actualmente en tres puntos esenciales:
a) Si debido al covid has acabado en el hospital, te espera un tiempo considerable sin volver a los entrenamientos, con un chequeo cardiovascular y pulmonar obligatorios antes de la vuelta a la actividad.
b) Si has pasado la enfermedad asintomático o con síntomas ligeros, tus probabilidades de padecer alguna complicación que pudiera empeorar por una vuelta prematura al deporte son escasas pero existentes. En caso de cualquier síntoma sospechoso, sobre todo disnea persistente o presión en el pecho, sería recomendable un chequeo cardiovascular y pulmonar completo antes de volver a entrenar. Con o sin chequeo, cuanto más tiempo sin entrenar permanezcamos tras el fin de los síntomas, menor el riesgo de secuelas.
c) Esperar un tiempo prudente tras la desaparición de los síntomas antes de volver a la actividad parece razonable, pero entra en disputa con la ansiedad del deportista por volver a entrenar. Ese tiempo de espera debe ser decidido por el propio deportista, teniendo en cuenta que acortar los plazos y no proceder con chequeos médicos aumenta las posibilidades de que ocurra algún evento indeseado, que por poco frecuentes no dejan de ser reales.
-¿Qué pienso yo y cómo he actuado con mis deportistas?
Mis actuaciones a lo largo de la pandemia se han ido modificando a medida que obtenía más información sobre el comportamiento del virus. Desde permitir entrenar muy ligero durante la infección en algunos casos hasta recomendar parar por completo durante las dos semanas posteriores a la enfermedad. A día de hoy, basado en la evidencia existente, recomiendo parar por completo durante la enfermedad (incluso si ésta es asintomática) y retomar los entrenamientos poco a poco una vez tengamos la certeza de que los síntomas han desaparecido. En deportistas asintomáticos o que hayan pasado la enfermedad de manera leve, la realización de pruebas diagnósticas previo al retorno al entrenamiento queda a decisión del propio deportista, en función de las ganas y posibilidades que tenga de realizarlas tanto a nivel temporal como económico.
Al respecto de esto último, en mi trabajo como entrenador en muchas ocasiones me veo entrando en conflicto con las recomendaciones de algunas sociedades de cardiología: ¿Cómo explicas a un deportista que se encuentra bien y con ganas de entrenar que debería parar idealmente durante tres semanas para reducir el riesgo de una afección, que, en todo caso, se cifra en torno a un 3%? Es allí donde entra en juego la balanza del riesgo/beneficio que cada ciclista tiene en su cabeza. Como bien dijo Erasmo de Rotterdam, más vale prevenir que curar. Duele dejar de entrenar durante unos cuantos días, y también duele dejarse una cifra de tres dígitos en un chequeo médico que probablemente nos dirá que estamos bien. No obstante, nuestra salud es el bien más preciado y como tal deberíamos tratarla, aunque sea a costa de nuestra gran afición, la bici.
Personalmente recomendaría mucha cautela y cabeza a la hora de retomar los entrenamientos tras enfermar, es una enfermedad nueva y con las prisas tenemos más para perder que para ganar. Para todos aquellos que quieran profundizar más en la información que resumo en este texto y así poder tomar sus propias decisiones relacionadas con su salud, recomiendo la lectura de los artículos que referencio en las últimas líneas.
Sebastian Sitko
Profesor Facultad de las Ciencias del Deporte de la Universidad de Zaragoza, Doctor en Ciencias del Deporte, Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Graduado en Ciencias del Deporte, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte.
Lecturas recomendadas:
Diamond, A. B., Narducci, D. M., Roberts, W. O., Bernhardt, D. T., LaBella, C. R., Moffatt, K. A., … & Zaremski, J. L. (2021). Interim guidance on the preparticipation physical examination for athletes during the SARS-CoV-2 pandemic. Clinical Journal of Sport Medicine, 31(1), 1-6.
Elliott, N., Martin, R., Heron, N., Elliott, J., Grimstead, D., & Biswas, A. (2020). Infographic. Graduated return to play guidance following COVID-19 infection. British journal of sports medicine, 54(19), 1174-1175.
Khan, Z., Na, J. S., & Jerome, S. (2021). Review of COVID-19 Myocarditis in Competitive Athletes: Legitimate Concern or Fake News?. Frontiers in cardiovascular medicine, 689.
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