De las tiritas nasales a los tests genéticos: 10 estafas tecnológicas en el mundo del ciclismo

En pleno siglo XXI, es normal que todo avance tecnológico sea recibido con aplausos y grandes expectativas. Al final, la etiqueta de “science based” crea una falsa sensación de seguridad y confianza ciega en el ítem o intervención que nos son sugeridos. Curiosamente, muchas de estas nuevas aportaciones responden más bien a una estrategia clara de marketing, que no deja de ser un clásico publicitario: ven, acude a mí porque tengo algo que los demás no tienen/saben. Lo triste es que en realidad la mayoría de ellas o bien directamente no se basan en ciencia de ningún tipo o bien la descontextualizan y malinterpretan para salirse con el objetivo final, que no es otro que ganar dinero, cuanto más, mejor. En este artículo resumo 10 de estos ítems/intervenciones polémicas, la mayoría de las cuales han aparecido en nuestro campo en los últimos años y, sospechosamente, publicitadas casi siempre por las mismas personas.

1- Tiritas de expansión nasal: Por suerte hace ya años que han dejado de verse en el pelotón profesional, pero hubo una época hace menos de una década en la que prácticamente la mitad de los corredores las llevaban puestas en su nariz. Las tiritas nasales aumentan el diámetro de la cavidad nasal y disminuyen la resistencia al paso del aire en la respiración pero (oh sorpresa) no mejoran el rendimiento: el intercambio de gases se produce en el alvéolo pulmonar, y esto no se ve modificado con la utilización de las tiritas. Ahorrad el dinero, que además tampoco son baratas.

2- Masajes de descarga, pistolas de vibración y cualquier otra técnica de liberación miofascial: Al margen del coste temporal y económico que tienen estas técnicas de “recuperación”, su utilidad real es más bien nula: algunos estudios han demostrado una reducción de la percepción de dolor muscular pero en ningún caso una recuperación tangible y medible: moverás mañana los mismos vatios tanto tras el masaje como sin él. De nuevo, ahorra tu dinero y tiempo.

3- VLamax o máxima tasa de creación de lactato: Tal como se nos ha presentado este concepto en los últimos años, estamos ante un auténtico fraude científico: Los estudios iniciales con biopsias musculares exploraron la actividad glucolítica a nivel de tejidos y celular. De esto no se puede sonsacar un concepto basado en el metabolismo del cuerpo completo (con la toma de muestras de lactato capilar). No hay ninguna evidencia científica que muestre que podamos medir el flujo glucolítico con muestras de capilar ni tampoco ningún protocolo validado para hacerlo. Todo ello para obtener un dato que no nos daría tampoco ninguna información que no podamos inferir ya de los datos que nos proporciona el potenciómetro. Ahorrad el dinero que cuestan 7-10 tiras de lactato e invitad a los compañeros de grupeta a un buen recovery, será dinero mejor empleado.

4- DFA Alpha 1 y primer umbral: Hace cosa de un año apareció este método infalible para la detección del “primer umbral” (y pongo entrecomillado porque la definición de primer umbral de entrenamiento ya es complicada de por sí). Dicho método, basado en la medición de la variabilidad de la frecuencia cardiaca, comenzó a mostrar un problema metodológico tras otro hasta que, al final, uno de los principales expertos mundiales en HRV dejó de recomendarlo. Si te interesa realmente conocer tu primer umbral y confías en la acepción teórica del término, relega la tarea en 4 tiras de lactato (8 euros) y déjate de complicaciones y métodos que requieren más fe que abrazar una nueva religión.

5- Cualquier suplemento milagroso: Los suplementos efectivos para el deporte de resistencia son escasos y se podrían resumir básicamente en: cafeína, zumo de remolacha, bicarbonato de sodio (con sus potentes efectos secundarios) y beta-alanina/creatina con un claro entrecomillado según disciplinas. El resto pertenece a la categoría pseudocientífica con el añadido de que comprando un suplemento no sabemos realmente qué nos estamos llevando a la boca: el mercado de los suplementos no está regulado como el de los fármacos y, en no pocas ocasiones, estos productos pueden llevar contaminación cruzada con sustancias dopantes como esteroides. Mucho ojo a los parches de “EPO natural” o las pastillas de potenciadores de la testosterona…

6- TENS, Compex y similares: La estimulación eléctrica nerviosa transcutánea tiene algo de evidencia científica para calmar el dolor miofascial y en las primeras fases de recuperación tras inmovilizaciones con pérdida de masa muscular. A partir de ahí, ni evidencia para una mejor recuperación en el deportista ni muchísimo menos para mejorar el rendimiento. A evitar si valoras tu tiempo y dinero.

7- Cremas calentadoras: De este producto cosmético se han hablado mil maravillas: que si mejora la contractilidad muscular, que si llega a calentar realmente el músculo, que si aumenta el flujo sanguíneo… La realidad es que no tenemos evidencia al respecto, pero por el tipo de ingredientes que suelen incorporar podemos sospechar que tan solo se basan en un efecto placebo por la percepción de calor que otorgan.

8- Medición continua de glucosa: Este método, altamente útil en diabéticos tipo 1 y 2, se ha considerado en los últimos años para el rendimiento deportivo. Cuando lo escuché por primera vez levanté una ceja y me pregunté una cuestión banal pero relevante: ¿Para qué demonios querría un deportista sano saber este dato y qué esperaría obtener de él para modificar su entrenamiento? El comportamiento de la glucosa en el ejercicio es extremadamente complejo, poco abarcable y no modificable a día de hoy. Con el tiempo, han sido cada vez más las voces expertas que se han pronunciado en contra de esta metodología y seguimos a la espera de un mínimo de evidencia científica sólida para empezar a usarla.

9- Sales de cetonas: Con la popularización del uso de las cetonas por parte de algunos ciclistas profesionales, el gran público empezó a reproducir este comportamiento sin fijarse muy bien en lo que estaba ingiriendo. Así, las sales de cetonas se popularizaron a pesar de no tener nada que ver con el producto realmente en uso en el pelotón profesional, los ésteres de cetonas. Las sales son menos bioidénticas, más baratas y, lo mejor que te puede pasar usándolas es que acabes con una buena diarrea. Más cabeza, por favor.

10- Tests genéticos para ciclistas: Dejo para el final la más grave de todas. La más grave porque cualquiera que se haya propuesto vender este tipo de producto se habría informado mínimamente y sabría perfectamente que está cobrando un pastizal por algo totalmente inútil. Ignorante o estafador, no sé cuál es más temeraria. Por suerte hace ya años que no se ven en el mercado estos productos que pretendían decirnos hasta el mejor momento para hacer nuestras necesidades en la cicloturista de turno, todo según nuestro ADN. No existe tecnología a día de hoy que permita ofrecer la información que supuestamente otorgaban estos test, ni muchísimo menos por los 300 euros que costaban en su momento.

Sebastian Sitko

Profesor Facultad de las Ciencias del Deporte de la Universidad de Zaragoza, Doctor en Ciencias del Deporte, Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte.