Hay un aspecto que me encanta de las redes sociales: dan voz (y relevancia) a muchas personas que de otra manera tendrían pocas oportunidades de exponer lo que piensan ante un gran público. Esto da pie a que ideas geniales de usuarios anónimos cobren importancia y se traduzcan en beneficios para la sociedad. La problemática que tanto se expone en relación a las redes sociales (los bulos, la agresividad escrita, etc) es culpa no de la propias aplicaciones sino del defecto eterno del ser humano: hay muchos (demasiados) que no se cortan a la hora de hablar de materias que ignoran por completo. Estos mismos no dudarán en gestionar la situación con agresividad si ven que alguien formado en la materia les contradice con argumentos serios. Así se generan los dichosos bulos y la agresividad. ¿Por qué digo todo esto? Porque tras leer durante casi un año mentiras y acusaciones demonizando a ciertos equipos y corredores he decidido que tenía que escribir un artículo con el título que han podido ver en la parte superior de su pantalla. La ignorancia, el atrevimiento y la voluntad de hacer daño juntas son malos ingredientes cuando se mezclan y salen a relucir en lugares con tanta exposición como las redes sociales. Si tan solo nos educaran para aprender a evaluar nuestro conocimiento de un tema antes de realizar según qué afirmaciones, la sociedad sería un poquito mejor…
Un poco de bases teóricas
Está bien establecido científicamente que la reducción en la disponibilidad de carbohidratos dentro del músculo esquelético (es decir, glucógeno) se asocia con fatiga y deterioro del rendimiento físico. Como tal, se ha prestado mucha atención al desarrollo de estrategias nutricionales para el uso de combustibles que ahorren carbohidratos endógenos durante el ejercicio de resistencia. Los cuerpos cetónicos tienen el potencial de servir como un sustrato alternativo a los carbohidratos. Los cuerpos cetónicos endógenos (acetoacetato, acetona y β-hidroxibutirato entre otros) se derivan de los ácidos grasos en el hígado y se transportan a los tejidos periféricos donde se oxidan para obtener energía. El consumo habitual de una dieta cetogénica, que es alta en grasas, muy baja en carbohidratos y moderada en proteínas, aumenta los cuerpos cetónicos circulantes y la oxidación de grasas, mientras que causa la disminución de la oxidación de carbohidratos. Sin embargo, a pesar de las alteraciones en la oxidación del grasas después de dietas cetogénicas, no parece haber un beneficio claro en la mejora del rendimiento físico, posiblemente porque la restricción severa de carbohidratos reduce el glucógeno muscular al inicio del ejercicio y debido al flujo glucolítico alterado durante el ejercicio.
Para evitar los efectos indeseables de la restricción de carbohidratos asociados con las dietas cetogénicas, se ha promovido la suplementación con cetonas exógenas como una estrategia alternativa para aumentar las concentraciones circulantes de cuerpos cetónicos. Los suplementos de cetonas y específicamente el consumo oral de un éster de cetona puede aumentar de manera aguda las concentraciones de β-hidroxibutirato circulante.
En resumen, la base teórica para la utilización de cetonas durante el ejercicio radica en la hipótesis de que aumentar las concentraciones circulantes de cuerpos cetónicos permitirá un ahorro de glucógeno durante el ejercicio, reservando “combustible rápido” para las fases determinantes de la competición y sin caer en los perjuicios asociados a las dietas cetogénicas. Además, también sabemos que consumir cetona exógena aumenta los niveles circulantes de cuerpos cetónicos en el organismo.
Cetonas y rendimiento ¿Qué dice la ciencia?
Hasta donde llega mi conocimiento tenemos a día de hoy algo más de una decena de estudios aleatorizados controlados con el uso de cetonas para mejorar el rendimiento en humanos. En primer lugar hay que delimitar que existen cetonas en dos formas principales: ésteres y sales. Las sales son asequibles económicamente para casi cualquier deportista pero en estudios controlados apenas han demostrado elevar el nivel de cuerpos cetónicos circulantes y están asociadas a efectos secundarios digestivos que pueden llegar a ser severos (por el consumo excesivo de sales). A día de hoy no he visto ningún estudio de calidad que haya mostrado una mejora de rendimiento en deportes de resistencia asociada a este tipo de producto. En definitiva, no merecen la pena. Los ésteres son lo suficientemente caros como para que su utilización se quede restringida a población y competiciones muy elitistas. La incidencia de efectos secundarios con este tipo de productos es mínima y los estudios realizados hasta la fecha muestran resultados muy contradictorios. Tampoco ayuda que la mayoría de los trabajos sobre la temática se haya hecho con muestras muy muy pequeñas. Para empeorarlo todo, cada uno de los estudios realizados hasta la fecha ha evaluado el rendimiento con tests distintos. Para sintetizar todo a la mínima expresión, parece haber beneficios preliminares mínimos para el rendimiento en esfuerzos muy largos y preferiblemente tras tomar los ésteres en ayunas. Desde luego no estamos hablando, por tanto, de una ayuda ergogénica (de existir) comparable a la cafeína, por enumerar un clásico.
Cetonas y riesgos para la salud
Los únicos efectos secundarios determinados a día de hoy se limitan a eventos leves y principalmente asociados al uso de sales y no de ésteres. Las sales, como he mencionado anteriormente, pueden producir efectos a nivel digestivo. El uso de sales de cetonas no se recomienda también por otros motivos: añadir sal extra a nuestra dieta puede alterar el equilibrio electrolítico y afectar a la tensión arterial en personas susceptibles. A día de hoy no hay otro tipo de eventos descritos, simplemente porque el uso de este tipo de productos es muy reciente y la experiencia escasa. ¿Significa eso que vayan a aparecer en un futuro? No lo creo, los cuerpos cetónicos son inherentes a nuestro organismo, el cual está preparado para lidiar con ellos. Desde luego tengo muy pocas dudas de que, viendo los riesgos que asume un ciclista profesional en su carrera deportiva (caídas con fracturas muy graves, caries, alimentación que puede causar problemas con la glucemia al mantenerse tras la carrera deportiva, etc) el uso de cetonas no deja de ser algo anecdótico con un muy probablemente nulo efecto sobre la salud.
Mi opinión sobre las cetonas exógenas
Debo decir en primer lugar que trabajo con deportistas que usan cetona exógena para entrenar y competir. No lo escondo porque hacerlo sería absurdo. No la recomiendo ni desaconsejo, simplemente cuando un deportista me pregunta por ella le informo de los pros y contras para que tome una decisión razonada. No puedo ser hipócrita con este tema porque básicamente soy consciente de que aquel que se dedica al deporte profesional está condenado a una serie de actitudes en torno a su modo de vida y nutrición que no van muy en línea con las recomendaciones para mantener la salud. En este contexto no me parece ni bien ni mal añadir un producto con muy probablemente nulas consecuencias para la salud y con un pequeñísimo efecto posible de mejora del rendimiento. En definitiva, queda a juicio del corredor. En mi opinión las cetonas exógenas son un simple suplemento más, y de los malos. No igualan en resultados ni de lejos a una sustancia muchísimo más barata como la cafeína, igualan en posibles efectos secundarios digestivos a una sustancia también más efectiva como el bicarbonato de sodio y encima se venden a precio de caviar.
¿Por qué se ha hablado de sustancia dopante?
Por el motivo que he comentado al inicio del artículo. A muchos les interesa generar polémica donde no la hay, porque viven de ella. Desde que se empezó a hablar de este tema la manera en la que se magnificó todo (hasta el punto de decir que un equipo ha dominado el Tour por usar este suplemento) me pareció bastante ridícula. La definición de sustancia/método dopante de la AMA se basa en la concurrencia de dos de las siguientes tres características: 1) que mejore el rendimiento deportivo; 2) que sea perjudicial para la salud y 3) que viole el espíritu del deporte. Hay dudas más que razonables sobre las dos primeras y ningún argumento sólido para la tercera en el caso de las cetonas. Es altamente improbable que veamos la inclusión de las cetonas en la lista de sustancias dopantes en los próximos años y, de incluirse, debería venir acompañada por otras muchas sustancias ergogénicas que se usan habitualmente en forma de suplementos. Espero, por tanto, que este artículo contrarreste un poco los bulos que leemos en redes sociales al respecto de este tema y ayude a informar propiciando una reflexión crítica sobre lo rápido que juzgamos erróneamente simplemente por no manejar la información necesaria antes de manifestar nuestra opinión.
Sebastian Sitko
Profesor Facultad de las Ciencias del Deporte de la Universidad de Zaragoza, Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Graduado en Ciencias del Deporte, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte.
Comentarios: 1
Exelente argumentacion. De mucha ayuda seria hacerla del conocimiento de ese mundo de fanaticos acerrimos de ciclistas o equipos de ciclistas, inmiscuidos en el mundo de la comunicacion (youtuber) que utiizando esta herramienta, desacreditan personas (ciclistas) y todo lo que se deriva de esta accion, tan solo porque este no creible argumento de que las cetonas les hacen ganar les sirve para compensar diria yo aquel sentimiento de derrota que les produce el que no sean sus ciclistas preferidos los que ganen.