La mejor manera ilícita de mejorar el rendimiento en un deporte de resistencia como el ciclismo es el archiconocido dopaje sanguíneo. Este concepto abarca una serie de técnicas y/o sustancias que tienen un objetivo común: incrementar la masa de glóbulos rojos, que a su vez permitirá un mejor transporte de oxígeno al músculo y con ello un aumento notorio del rendimiento. Entre las técnicas más utilizadas en tiempos pasados podemos destacar dos: por un lado, las transfusiones autólogas de sangre, y por otro las inyecciones de eritropoyetina recombinante (rhEPO). Por suerte (y por desgracia para el tramposo), en lo que llevamos de siglo los métodos (y su sensibilidad) para la detección de estas actitudes tramposas han mejorado notoriamente, lo que combinado con las sanciones cada vez más prolongadas ha conseguido que el deportista tentado a la ilegalidad se lo piense dos veces o recurra a métodos alternativos. A continuación paso a repasar de manera un poco más detallada los dos métodos de dopaje sanguíneo más notorios, sus pormenores, así como las alternativas a las que puede estar recurriendo el tramposo del año 2022:
Transfusiones sanguíneas
En tiempos pasados y hasta la introducción pormenorizada del pasaporte biológico se podía recurrir a transfusiones de volúmenes sanguíneos más que destacables (450-1000ml) con poco temor a ser cazado y beneficios de rendimiento que podían llegar a superar el 10% en un deportista muy entrenado (lo que en el deporte de élite es una diferencia enorme). Con el sistema ADAMS, pasaporte biológico y los 4 años de sanción pertinentes por el uso de este método, este tipo de transfusiones han pasado a ser cosa del pasado en el ciclismo de élite. No obstante, las microtransfusiones, con su menor impacto en el pasaporte biológico, y su más que apreciable efecto sobre el rendimiento (más del 5% en deportistas entrenados tras la reinfusión de 130ml) pueden constituir una alternativa viable, potencialmente segura y bastante atractiva para el tramposo.
Eritropoyetina recombinante
La base teórica para el uso de la eritropoyetina recombinante (rhEPO) en la mejora del rendimiento es clara y está apoyada por numerosos estudios en deportistas entrenados que muestran mejoras de hasta el 10% del consumo máximo de oxígeno tras un ciclo corriente de esta sustancia. No obstante, las dosis convencionales (al igual que una transfusión de sangre al uso) son relativamente sencillas de captar como ATPF (hallazgo atípico del pasaporte biológico o atypical passport finding). Aunque esto pueda no dar lugar a un positivo inmediato del deportista, sí que servirá para iniciar controles estratégicos que antes o después llevarán al ciclista ante un tribunal deportivo. No se puede decir lo mismo de las microdosis de rhEPO, que según la evidencia disponible pueden mejorar el rendimiento de un deportista entrenado en más de un 4% (tal como demostró Andersen en un magnífico trabajo de este año) y son mucho más difíciles de captar por los métodos actuales.
Problemática del antidopaje actual
El sistema ADAMS ligado al pasaporte biológico ha supuesto un antes y un después en la lucha contra el dopaje sanguíneo. A pesar de ello, es un sistema que tiene unas carencias claras que pueden ser perfectamente explotadas por el tramposo. El pasaporte biológico incluye el monitoreo de 12 parámetros hematológicos que derivan en una escala basada en el porcentaje de reticulocitos y hemoglobina (OFF-hr) y en otra escala multifactorial (ABPS). La aplicación de umbrales personales en dichas escalas (mediante estadística bayesiana) permite encontrar “hallazgos fuera de norma” en un 45-100% de los casos de dopaje sanguíneo convencional, cuantía variable en función de la literatura que consultemos. Por tanto, y esto tiene que quedar muy claro para el lector, el pasaporte biológico NO DETECTA todos los casos de dopaje sanguíneo convencional, sino una fracción de los mismos, hecho que refuerza lo que he opinado en todo momento desde su implementación: su principal labor es disuasoria.
El problema aparece cuando contrastamos el mismo sistema con el dopaje sanguíneo en microdosis: la capacidad de detección se reduce a un 20-60% en función de la literatura consultada. El futuro inmediato es prometedor en este aspecto, con nuevos biomarcadores como la fracción de reticulocitos inmaduros o la proporción reticulocitos inmaduros/células rojas. Dichos biomarcadores permitirán aumentar la capacidad de detección de los casos de dopaje con microdosis de rhEPO y, en menor medida, pequeñas reinfusiones sanguíneas. No obstante, los umbrales para dichos biomarcadores todavía no se han establecido científicamente y, por tanto, a día de hoy un gran interrogante sigue presente ante su uso. Además, y esto merece ser comentado, para iniciar un procedimiento disciplinario un hallazgo anormal en el pasaporte biológico debe ser verificado por tres expertos de manera unánime, teniendo en cuenta además diversos factores como la altitud a la que se tomó la muestra, calendario de competición, explicación proporcionada por el deportista, etc. En definitiva, un proceso mucho más complejo que señalar un “outlier” en una gráfica y meter 4 años de sanción al tramposo.
¿Existe el dopaje sanguíneo en el ciclismo del año 2022?
Es una pregunta complicada porque cualquier respuesta que pueda dar es comprometida. Creo y quiero creer que el dopaje sanguíneo a día de hoy existe pero es extremadamente residual en el ciclismo de más alto nivel, y no por la falta de voluntad. No soy ingenuo y en este aspecto soy un fiel seguidor de Hobbes: lo que de verdad mueve al hombre es su miedo y su egoísmo. Con las medidas establecidas en la última década hemos inclinado la balanza del riesgo/beneficio en favor de los que buscamos un deporte limpio: el que se quiere dopar con una transfusión o rhEPO sabe que tiene cierta posibilidad de ser cazado, lo cual sumado a los 4 años de potencial sanción y, no lo olvidemos, los controles retrospectivos, hacen del dopaje una práctica muy poco rentable a día de hoy. ¿Pueden estar escapándose algunos corredores/médicos/equipos del control del sistema? Sin duda, sobre todo recurriendo a las ya muy comentadas microdosis. Pero honestamente no creo que el aumento de nivel medio que hemos observado en el World Tour de los últimos años se deba a un retorno generalizado al dopaje sanguíneo, tal como he visto que se ha sugerido alguna vez en redes sociales.
Creo honestamente que estamos ante una generación excepcional de corredores que entrena mejor que nunca, se alimenta mejor que nunca y descansa mejor que nunca, y no diré que el material es mejor que nunca debida a mi ya archiconocida fobia a los frenos de disco. Habrá alguna oveja negra, sí, pero soy muy escéptico en cuanto a la posibilidad de que el dopaje sanguíneo pueda estar alterando sustancialmente los resultados de la máxima categoría del ciclismo en pleno año 2022. Efectivamente, algo hemos progresado aunque queda mucho trabajo por hacer: ante nuestras carencias a nivel de detección, debemos aumentar la labor disuasoria del antidopaje. 1) Las sanciones de por vida deberían ser ya una realidad ante dopaje sanguíneo/uso de anabolizantes, tal como he defendido siempre. 2) Se deben aumentar las penalizaciones económicas frente a las infracciones de la normativa antidopaje y 3) Hay que eliminar del World Tour al staff con pasado relacionado con el dopaje (y son unos cuantos). Con estas medidas implementadas mi confianza en un ciclismo de alto nivel totalmente limpio aumentaría exponencialmente, pero aún estamos lejos de ese punto.
Sebastian Sitko
Profesor Facultad de las Ciencias del Deporte de la Universidad de Zaragoza, Doctor en Ciencias del Deporte, Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte.
Lecturas recomendables:
Andersen, A. B., Graae, J., Bejder, J., Bonne, T. C., Seier, S., Debertin, M., … & Nordsborg, N. B. (2022). Micro-doses of Recombinant Human Erythropoietin Enhance Time Trial Performance in Trained Males and Females. Medicine and Science in Sports and Exercise.
Ashenden, M., Gough, C. E., Garnham, A., Gore, C. J., & Sharpe, K. (2011). Current markers of the Athlete Blood Passport do not flag microdose EPO doping. European journal of applied physiology, 111(9), 2307-2314.
Bejder, J., Aachmann‐Andersen, N. J., Bonne, T. C., Olsen, N. V., & Nordsborg, N. B. (2016). Detection of erythropoietin misuse by the Athlete Biological Passport combined with reticulocyte percentage. Drug Testing and Analysis, 8(10), 1049-1055.
Bejder, J., Solheim, S. A., Gybel-Brask, M., Secher, N. H., Johansson, P. I., & Nordsborg, N. B. (2019). Time Trial Performance Is Sensitive to Low-Volume Autologous Blood Transfusion. Medicine and science in sports and exercise, 51(4), 692-700.
Durussel, J., Daskalaki, E., Anderson, M., Chatterji, T., Wondimu, D. H., Padmanabhan, N., … & Pitsiladis, Y. P. (2013). Haemoglobin mass and running time trial performance after recombinant human erythropoietin administration in trained men. PloS one, 8(2), e56151.
Haile, D. W., Durussel, J., Mekonen, W., Ongaro, N., Anjila, E., Mooses, M., … & Pitsiladis, Y. P. (2019). Effects of EPO on blood parameters and running performance in Kenyan athletes. Medicine and science in sports and exercise, 51(2), 299-307.
Heuberger, J. A., Rotmans, J. I., Gal, P., Stuurman, F. E., van’t Westende, J., Post, T. E., … & Cohen, A. F. (2017). Effects of erythropoietin on cycling performance of well trained cyclists: a double-blind, randomised, placebo-controlled trial. The Lancet Haematology, 4(8), e374-e386.
Pottgiesser, T., Sottas, P. E., Echteler, T., Robinson, N., Umhau, M., & Schumacher, Y. O. (2011). Detection of autologous blood doping with adaptively evaluated biomarkers of doping: a longitudinal blinded study. Transfusion, 51(8), 1707-1715.
Solheim, S. A., Bejder, J., Breenfeldt Andersen, A., Mørkeberg, J., & Nordsborg, N. B. (2019). Autologous blood transfusion enhances exercise performance—strength of the evidence and physiological mechanisms. Sports medicine-open, 5(1), 1-11.