El principal interés que tienen las redes sociales para mí radica en la posibilidad de leer las propuestas e innovaciones de los compañeros de profesión, con el fin de evaluarlas críticamente, probarlas y, en último término, si es viable, aplicarlas en mi propia labor como entrenador. Antes de llegar a esta tercera fase siempre me planteo tres preguntas fundamentales: ¿Tiene sentido/lógica lo que se está planteando? ¿Qué evidencia científica hay detrás? ¿Qué posibles inconvenientes presenta la propuesta? Las respuestas a dichas preguntas son sopesadas después en una balanza de pros y contras y, si el resultado es atractivo, paso a tantear la intervención conmigo mismo y con mis entrenados de confianza.
Una de las últimas propuestas novedosas que he leído últimamente, en concreto en la red social Twitter, consistía en la aparente utilidad de la medición de la lactacidemia durante las sesiones de recuperación (Z1) para decidir cuándo el deportista debería parar dicha sesión por considerarse “recuperado”. El entrenador que propuso esta intervención describió la manera de proceder de una manera clara y concisa: debemos medir la lactacidemia durante las sesiones de Z1 hasta obtener un valor inferior a 1 mmol/L, dando por finalizada la sesión. Esta propuesta me resultó sorprendente por novedosa pero también muy atrevida por varios motivos que paso a exponer a continuación:
–El metabolismo del lactato tiene demasiada variabilidad inter e intraindividual como para basarnos en lactacidemias fijas: Me sorprende que alguien vuelva a proponer una lactacidemia fija para determinar algo (en este caso 1 mmol/L) en pleno siglo XXI cuando ya nos hemos pillado los dedos en el pasado proponiendo lactacidemias fijas de 2 y 4 mmol/L para determinar los dos umbrales de lactato. Adjunto dos figuras que explican de manera muy gráfica lo que pretendo explicar en este párrafo.
Figura 1: comportamiento de la lactacidemia en un test incremental de un ciclista World Tour. Nótese cómo la utilización de marcas fijas de lactato de 2 y 4 mmol/L dará lugar a una incorrecta determinación de los puntos de inflexión.
Figura 2: comportamiento de la lactacidemia en un test de carga constante para determinar el máximo estado estable de lactato. Nótese como intentar mantener la potencia asociada a una lactacidemia de 4 mmol/L previamente establecida en un test incremental (línea gris) resulta en un fallo relativamente temprano frente a la carga asociada al máximo estado estable real (línea azul) para este otro ciclista World Tour (2.8 mmol/L).
–Los medidores de lactato usados en el campo no tienen la precisión suficiente para determinar lactacidemias fijas: cualquiera que haya trabajado con medición sanguínea de lactato paralelamente a la toma de muestras en el capilar habrá visto como 1 mmol/L en el capilar puede convertirse rápidamente en 1.5 o 0.8 mmol/L en sangre. En definitiva, estamos intentando ver si pesamos 70kg con una báscula que igualmente marca 68 que 72.
–La lactacidemia está sujeta a factores que influencian su variabilidad: altitud, temperatura y humedad, entrenamiento previo y sobre todo alimentación influyen en las lecturas de las muestras de lactato. Aspirar a obtener un valor determinado sin tener en cuenta, por ejemplo, lo que hemos ingerido antes de la toma de la muestra es un error metodológico gordo.
–No existe evidencia científica que muestre que unos valores de lactato basal de 1 mmol/L o inferior produzcan un mejor rendimiento al día siguiente que valores superiores. Dicha evidencia científica sería relativamente fácil de evaluar, pero a día de hoy no disponemos de ella y por tanto debemos subrayar que la propuesta analizada en este artículo es meramente especulativa y, entiendo que, basada en la propia experiencia del entrenador que la ha sugerido. De hecho, ni siquiera tenemos ciencia al respecto de la utilidad de un medidor de lactato para monitorear la recuperación en general.
–La toma de muestras de lactato en sesiones de recuperación es totalmente inasumible desde el punto de vista económico para la inmensa mayoría de practicantes del ciclismo: aun asumiendo que la propuesta tuviera su sentido, evidencia científica y resultados (que en mi opinión no tiene), y reconociendo también que hay ciclistas capaces de gastarse 2000 euros para mejorar en 2 minutos su tiempo en una Quebrantahuesos, las cuentas sencillamente no salen para el aficionado común y corriente: Tirando por lo bajo, 280 euros de analizador de lactato portátil, 2 euros por tira, 3 tiras por sesión de recuperación y 2 sesiones de recuperación por semana de entreno, estamos hablando de casi 1000 euros anuales en material para la toma de lactato sólo para las sesiones de recuperación. Todo esto para alguien que sale de una fábrica para hacer una marcha cicloturista el fin de semana. En definitiva, nos estamos volviendo locos.
A modo de resumen de los puntos anteriores puedo afirmar sin mucho temor a equivocarme que: 1) Medir el lactato para determinar si un deportista está recuperado en un día de descanso es pseudocientífico; 2) El valor de 1 mmol/L es arbitrario, con origen poco claro, imposible de medir de manera precisa y sin evidencia científica y 3) Medir el lactato en las sesiones de recuperación, aunque fuera útil, sería un auténtico derroche de dinero para el ciclista aficionado promedio.
Sebastian Sitko
Profesor Facultad de las Ciencias del Deporte de la Universidad de Zaragoza, Doctor en Ciencias del Deporte, Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte.