El K2 invernal sin oxígeno de Nirmal Purja: el hito fisiológico del año 2021

No me gusta mucho comentar y analizar disciplinas deportivas en las que no trabajo activamente: primero porque hay gente más autorizada que yo para hacerlo en cada una de ellas  y segundo porque me gusta que mi trabajo tenga un hilo conductor. No obstante, como fisiólogo que soy, cualquier hito extraordinario en nuestro campo me resulta de interés y, en ocasiones determinadas, me gusta dar unas pinceladas para contextualizar los grandes logros de nuestro tiempo. Ya lo hice en su momento con la primera maratón sub-2h de Kipchoge y no me he podido resistir a hacerlo con la primera ascensión invernal y sin oxígeno suplementario al K2 por parte de Nirmal Purja. Hito que, salvo sorpresa, va a ser la gran gesta fisiológica de este año 2021, por razones que expondré a continuación.

Corría el año 2019 cuando estaba en un congreso de deportes de montaña en Valencia para presentar un estudio que habíamos hecho sobre el impacto de la altitud en la composición corporal. Recuerdo perfectamente cómo, en uno de los descansos entre ponencias, me puse a debatir vivamente con varios colegas sobre las posibilidades reales de lograr una ascensión invernal al K2 sin oxígeno suplementario, por aquel entonces ya el último ochomil que quedaba por ser ascendido en invierno. De la conversación guardo dos recuerdos: por un lado lo mucho que aprendí de mis interlocutores y por otro la unanimidad de pensamiento: los cinco teníamos claro que, de conseguirse, estaría en el limbo de lo humanamente posible. Hace pocos días recibimos la noticia del logro, algo que me produjo sentimientos encontrados: por un lado enorme felicidad al ver que la nación de Nepal obtenía por fin el lugar que se merece en la historia del deporte, y por otro tristeza por ver que, a nivel técnico, el logro se había conseguido con una filosofía propia de hace cinco décadas. Dejaré que los verdaderos especialistas en la materia comenten los aspectos técnicos de la hazaña y yo me centraré únicamente en el logro que este hecho ha supuesto a nivel fisiológico, mi campo de especialización. Creo que muy poco se ha comentado  sobre la dificultad de ascender el K2 en invierno sin oxígeno, y pienso que esto se debe mayoritariamente a la errónea creencia de que, si ya se había conseguido con una montaña más alta como el Everest (Ang Rita en el año 1987), no habría mayor problema para conseguirlo con la segunda montaña más alta del mundo.

En la realidad, la altitud de una montaña sólo tiene una importancia parcial a la hora de determinar las posibilidades de ser ascendida sin oxígeno suplementario. El parámetro clave que realmente importa es la presión parcial del oxígeno que se encuentre en su cima, que va a indicar cómo éste va a entrar en nuestros pulmones. Sabemos que la presión parcial del oxígeno en la cima del Everest en verano es de alrededor de un tercio de la que podemos encontrar a nivel del mar, y supone, grosso modo, una barrera muy cercana al límite fisiológico humano a la hora de determinar si podemos introducir el oxígeno en el pulmón y mantener un estado funcional del organismo. Una vez explicado esto, hay varios factores que van a determinar la dificultad de escalar a una determinada altitud: la presión parcial de oxígeno fluctúa enormemente con la meteorología, hasta el punto de que una misma montaña puede “variar” en hasta 800 metros de altitud en función del día en el que se escale. La meteorología invernal del Karakorum, donde se encuentra el K2, es generalmente peor que la del Himalaya. Por otro lado, la presión parcial es normalmente inferior en invierno que en verano, siendo la primera una estación que se suele caracterizar por condiciones meteorológicas muy poco halagüeñas. La presión parcial en altitud disminuye también desde el ecuador hacia los polos, y el K2 se encuentra a unos 8º de latitud al norte del Everest. Teniendo esto en cuenta, las posibilidades de que, a nivel fisiológico, Nirmal Purja ascendiera algo más exigente que un Everest invernal, son altas. A pesar de que el K2 mide 240 metros menos que el Everest, la combinación de meteorología, crudeza de la estación y latitud lo convierten en un logro probablemente superior desde el punto de vista fisiológico.

Hay otros aspectos técnicos que mencionaré brevemente y cuyo análisis pormenorizado dejaré para los verdaderos especialistas: ningún alpinista duda de que el K2 es una montaña técnicamente más difícil que el Everest. Por otro lado, el gran temor de las ascensiones invernales en las montañas más altas de la tierra no es tanto la propia altitud como el frío, y en concreto el viento. El K2, mucho menos protegido que el Everest, está muy expuesto a la corriente en chorro o Jet Stream. Las rachas de 150km/h son muy habituales en invierno y, si se suman a las temperaturas habituales de la zona, resultan en sensaciones térmicas incompatibles con la vida. Por ello, la ascensión de Nirmal es más que admirable: tener la base fisiológica necesaria para ascender a 8600 metros de altitud en el invierno del Karakorum, hacerlo coincidir con un día con viento moderado a bajo y además lograr que ese día la presión parcial de oxígeno acompañe (los días de poco viento no tienen por qué coincidir con los días de presión más favorable). Hay tan pocas posibilidades de reunir esos tres condicionantes en una misma jornada que hemos tenido que esperar 32 años y 8 expediciones para conseguir, por fin, el K2 invernal. Polémicas al margen, por mi parte celebro, una vez más, la ruptura de una nueva barrera fisiológica para el ser humano.

 

Sebastian Sitko

Profesor Facultad de las Ciencias del Deporte de la Universidad de Zaragoza, Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Graduado en Ciencias del Deporte, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte. 

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