La importancia de la comunicación entrenador-deportista: ejemplo de caso

Siempre he pensado que uno de los mayores valores añadidos del servicio que puede ofrecer un entrenador personal es la flexibilidad y capacidad de adaptación que supone tener a un profesional tras tus espaldas. Por ello, siempre me ha sorprendido también ver planes de entrenamiento “personal” que se ofrecen en internet que, por un precio X, te dan la posibilidad de contactar por correo con tu entrenador una vez por semana o llamarle una vez al mes. Evidentemente existen distintas interpretaciones de lo que significa un entrenamiento personal pero limitándonos simplemente al conocimiento científico, toda planificación a más de 7-10 días vista entra por completo dentro de lo que yo defino como ciencia-ficción. Resumiendo, este tipo de propuestas no distan mucho de lo que viene siendo una plantilla por defecto, algo que obviamente poco tiene que ver con el entrenamiento personal.

Tras estas primeras líneas podrán imaginar que otorgo una gran importancia a la comunicación con el deportista, aspecto que considero crucial para el cumplimiento de los objetivos acordados al inicio de la temporada. De esta consideración se derivan obviamente dos reflexiones: 1-no trabajo por menos de cierto dinero, porque por ese dinero considero que no puedo proporcionar un servicio de entrenamiento realmente personal y 2-no tengo tarifas fijas, porque no hay dos clientes con necesidades iguales. Y para explicarlo voy a proceder con un ejemplo muy gráfico: Cuando alguien acude a un peluquero se le cobra en función de la complejidad de lo que le solicita y el tiempo que le va a llevar el trabajo. ¿Imaginan que cobre lo mismo por un corte a máquina que por una permanente, tinte o mechas? Obviamente no, y por eso me han extrañado siempre los precios prefijados en nuestra profesión. Para más inri, algunas veces veo que la tarifa va en aumento con la categoría del ciclista: ¿imaginan que el peluquero les cobre el corte en función de lo suave o brillante que tengan el cabello? Irónicamente, en mi vida laboral he trabajado con másters o aficionados con muchas más exigencias y dedicación que algún World Tour. ¿Realmente creen que debería cobrarles menos sólo por su nivel? Volviendo a la primera cuestión, no acepto trabajar por menos de cierto dinero porque básicamente considero que el servicio que ofrezco tiene que tener garantías de aportar realmente algo al cliente: si lo quieres, tienes que estar dispuesto a pagarlo, y si no estás dispuesto a pagarlo probablemente lo que puedes obtener por lo poco que sí estás dispuesto a entregar por este tipo de servicio va a ser casi como tirar el dinero a la papelera. ¿Merece la pena el entrenamiento personal? Sin duda, si puedes contratarlo como tal. Si no, el dinero está mejor en tu bolsillo. Que quede claro.

Tras esta pertinente y prolongada divagación procedo a explicarles un caso que me ha ocurrido en las dos últimas semanas que creo ilustra a la perfección el verdadero valor añadido que puede aportar un servicio de entrenamiento personal que sí respeta una de las premisas más básicas de nuestra profesión: estar en constante contacto con el deportista, ser flexible y adaptarse a los retos que van surgiendo.

En primer lugar les pongo en contexto: corredor que compite en categoría máster, nivel alto/muy alto para su categoría, semana de mucha carga que finaliza con una agónica sesión de 4h de resistencia a la fatiga, con una serie final muy exigente que sí o sí debe hacerse correctamente para hacer valer la sesión. El deportista realiza lo programado para la jornada y, al analizarla durante la misma tarde observo que la serie final no se ha ejecutado correctamente. Contacto de inmediato con el deportista por whatsapp para que me de feedback del entrenamiento y me comenta lo que ya sospechaba: ha llegado completamente agotado al final de la sesión.

 

Serie original: valores muy bajos de potencia (267 NP, menos de 4w/kg) y caída en los últimos 20 minutos por puro agotamiento.

 

Dentro del feedback que recibo en la posterior llamada telefónica, comienza a sonar con fuerza la idea de que el deportista no ha aplicado las pautas nutricionales correctas para este tipo de entreno. Inmediatamente le pido que me enumere su alimentación del último día y rápidamente identifico al culpable. Tras repasar las pautas de manera conjunta y asegurarme de que esta vez sí se ha comprendido lo que hay que hacer procedo a pautar exactamente la misma sesión 7 días más tarde, con el siguiente resultado:

15w más de NP (muchísima diferencia en una serie de 60′), Pw:Hr estable y sin desfallecer al final: objetivo cumplido, las pautas han funcionado y la carga se tolerará correctamente.

 

Con este breve ejemplo espero que haya quedado clara la ventaja de una comunicación fluida entre el deportista y el entrenador: si esperara un mes a comunicarme con el deportista me encontraría con varias sesiones tiradas a la basura por no seguir bien las pautas, eso sin tener en cuenta que una sesión mal ejecutada tiene un impacto sobre las inmediatamente posteriores, que se deben corregir. Tener al entrenador realmente pendiente de lo que haces en el día a día es uno de los grandes pluses que puede proporcionar un profesional a tus entrenamientos. Obviamente, es un nivel de implicación que por supuesto hay que estar dispuesto a pagar…

Sebastian Sitko

Máster en alto rendimiento por el Comité Olímpico Francés, Graduado en Ciencias del Deporte, Entrenador Nacional de Ciclismo, Triatlón y Atletismo y entrenador oficial del Colegio Americano de Medicina del Deporte. 

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